Este pueblo de carácter que se desarrolla alrededor del Alagnon, ha sabido adaptarse a las limitaciones y exigencias del río. Este último es muy agradecido y ha aportado a la comuna muchos de sus beneficios. Si hoy el Alagnon es una delicia para paseantes y pescadores, alguna vez fue una fuente de riqueza con la construcción de molinos.
El Alagnon es la visita ineludible de esta comuna. El río atraviesa el pueblo de un lado a otro y ha determinado su urbanismo. Creación de puentes, casas en altura, etc. Los habitantes tuvieron que adaptarse para hacer frente a las crecidas de este río, joven pero caprichoso. Los pescadores no se quejan de ello, incluso tienen la suerte de tener cerca un recorrido 'no kill'. Allí se encuentran tímalos comunes o truchas.
Valle del Alagnon
La presencia del río Alagnon permitió la construcción de molinos. Podemos citar el molino de Laborie o el más conocido de Gaspard. Este último estaba particularmente bien abastecido gracias a la proximidad de la planèze de Saint-Flour y sus tierras agrícolas. En los últimos años, este molino ha recuperado una nueva vida al convertirse en un café-guinguette.
Aldea de Gaspard y su molino
El valle de Alagnon poseía numerosas fortalezas. Esta red tenía como objetivo defender el valle impidiendo que los enemigos llegaran por sorpresa. Si bien ciertas fortalezas han desaparecido como el castillo de Fourose, otras aún siguen siendo visibles. Este es el caso del castillo de Jarrousset, residencia privada, inscrita en el inventario suplementario de Monumentos Históricos desde 1992.
Castillo de Jarousset
Cerca de Murat y de sus comercios, la Chapelle d’Alagnon es un remanso de verdor que ofrece todas las ventajas del campo: calma, naturaleza al alcance de la mano y el paso de algunos rebaños de vacas de vez en cuando. Numerosos alojamientos están disponibles en esta comuna para permitirle pasar unas vacaciones revitalizantes.
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